Dando voz al pequeño comercio

Carolina Domingo

El comercio es más que una transacción: es cercanía, vida en nuestras calles y reflejo de nuestra sociedad. Desde esta columna compartiré reflexiones sobre el sector, para aportar claridad y análisis sobre temas que nos afectan a todos: comerciantes, consumidores y empresarios.

Desde pequeña, el pequeño comercio ha sido esencial en mi vida. Crecí en una tienda de barrio, donde cada cliente tenía nombre y cada venta era una historia. Hoy, como presidenta de PIMECO, siento la responsabilidad de defender ese espíritu. PIMECO forma parte del alma de nuestra comunidad, sosteniendo a los pequeños comerciantes de Mallorca, quienes, con esfuerzo, abren sus puertas cada día ofreciendo algo más que productos: ofrecen proximidad y confianza.

Agradezco a este periódico el espacio para dar voz al pequeño comercio, un pilar fundamental de nuestra economía. Más aún en un momento en que la vivienda y el turismo vacacional ocupan el centro del debate público, afectando a nuestro modelo económico y social.

Desde PIMECO, apoyamos la decisión del Govern balear de conservar las 90.000 plazas de alquiler vacacional reguladas. Es un gesto de sensatez y responsabilidad política que busca el equilibrio en un contexto complejo. Como dijo el profesor Riera: «No vamos a dejar a nadie atrás». Se actuará contra quienes incumplen la ley y se protegerá a miles de familias que, cumpliendo las normas, dependen de estos ingresos. Muchas de ellas son también clientas del pequeño comercio.

Es fundamental destacar el papel del turismo, incluido el vacacional, en la economía de nuestras localidades. Cuando está bien regulado, este tipo de alojamiento no genera saturación, sino que contribuye a dinamizar nuestros pueblos. Los visitantes que se alojan en viviendas vacacionales consumen productos locales, desayunan en la cafetería de la esquina, hacen la compra en el mercado… Se integran, aunque sea temporalmente, en el tejido económico del entorno. Este modelo, además, permite repartir de forma más equilibrada el gasto turístico.

Somos plenamente conscientes de la grave crisis habitacional que sufren nuestras islas. Pero no podemos cargar toda la culpa sobre quienes alquilan legalmente una vivienda unos meses al año. Llevamos más de 15 años sin construcción efectiva de vivienda pública, mientras la población residente no ha dejado de crecer. Esto no va solo de plazas turísticas; va de años sin políticas de vivienda valientes y sostenidas.

Frente a las prohibiciones simplistas, apostamos por los equilibrios y la corresponsabilidad. El futuro del turismo —y del comercio local— debe construirse entre todos: administraciones, propietarios, hoteleros, vecinos, comerciantes, sindicatos y sociedad civil. Solo así podremos defender un modelo más justo, más sostenible, más nuestro.

Porque cada vez que un pequeño comercio cierra, perdemos un pedazo de nuestra historia. Pero cada vez que lo apoyamos, invertimos en un futuro más humano y cercano.

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